Guía básica para combatir el estrés durante un tratamiento de reproducción asistida
Un tratamiento de fecundación in vitro es un proceso que implica normalmente mucho estrés.
Para empezar, tomar la decisión de acudir a la clínica de fertilidad no es nada fácil.
Nos pasamos un montón de años evitando el embarazo esperando a que llegue el momento adecuado (véase como momento adecuado el punto en el que la pareja consensua, con una sonrisa imposible de disimular, que quiere ir a por el bebé). Y cuando ese momento llega, empezamos a probar y nos damos cuenta de que esto no iba a ser tan fácil como pensábamos.
Y pasan los meses… hasta llega el momento de ir al especialista. (Probablemente hay otras cosas que una puede abordar antes de acudir al médico, pero este tema lo dejaremos para otro post).
Hasta ahora, una ha podido sufrir el estrés de planificar las relaciones sexuales y de ver cómo le bajaba la regla cada mes. Pero esto es una broma comparado con lo que se viene ahora.
Primero, elije a qué centro vas (labor de investigación, comentarios en Google, referencias de gente que conoces, etc.), porque normalmente no vas a ir al que te pille más cerca. Y, ojo, dentro del centro, elije ginecólogo.
Una vez elegido, te enfrentas al estudio de fertilidad, la opinión médica, el diagnóstico, las pautas…
Y, aunque muchas veces se encara con ilusión, porque parece que te dan esperanzas a algo que llevas intentando sin éxito durante mucho tiempo, lo más normal es toparse con la gran emoción enemiga: el miedo.
Miedo a las inyecciones, miedo a pasar por quirófano, miedo a que se cancele el tratamiento, miedo al resultado…
Por no hablar del coste económico al que hay que hacer frente. O incluso que cuadren bien las fechas del tratamiento teniendo en cuenta tu vida social (ninguna tontería, sobre todo si llevas el tema en silencio).
¿Cómo gestionar todo este estrés para no caer en la ansiedad?
Te voy a dar 5 recomendaciones para conseguirlo y combatir todo ese miedo:
1. Apóyate en tu pareja
La comunicación abierta y la toma conjunta de decisiones con nuestro compañero/a de viaje es fundamental para afianzar la relación. Hará que la pareja se sienta junta, fuerte y sólida para afrontar todo lo que se viene encima.
2. Aclara todas las dudas que tengas del tratamiento con el equipo médico
A veces tenemos también miedo a preguntar. Cuando empiezas no tienes por qué saber lo que es un blastocisto, ni un diagnóstico preimplantacional ni siquiera una beta. Si te da la sensación de que el médico lo da todo por sentado, es su problema. Tu puedes y debes preguntar todo lo que te haga cortocircuitar la cabeza. Este mundo es muy complejo.
Normalmente tendrás una asistente que te acompañará durante todo el proceso y te dará muchísimo apoyo. Yo he trabajado como tal y creo que la ayuda que te pueden brindar es fantástica y has de aprovecharla, son un puente entre tu y el médico cuando éste a veces no está accesible.
3. Dedica tiempo a actividades que te gusten
Desde dar paseos por el campo hasta leer, ir al cine… Cualquier cosa que disfrutes haciendo y que te cargue las pilas. De hecho, piensa en qué cosas que te gustan te serán más difíciles de hacer cuando tengas a tu hijo y hazlas todo el rato. Que luego las echarás de menos, te lo digo yo.
Pasar tiempo en la naturaleza es altamente reparador; un chute de energía que te aportará energía y bienestar. Si no te has dado nunca un baño de bosque (shinrin yoku, le llaman), te animo a descubrirlo. No se trata de ir descalza y abrazar un árbol; es sumergirte en la naturaleza con TODOS tus sentidos. Si te animas a probarlo, seguro que añades esta actividad a tu lista de cosas que te gusta hacer.
4. Gestiona la presión de tu entorno
Esto no es fácil, lo sé. Hay mucha gente que te pregunta que para cuándo el niño. Y tú, lo que menos necesitas, es esa pregunta.
Puede que comentes abiertamente que te estás sometiendo a un tratamiento, pero si no es el caso y llevas mal este tipo de comentarios, dile tranquilamente a la gente que no te pregunte, que esa pregunta no te ayuda o que no estás de acuerdo con hacer preguntas íntimas a la gente. Verás que te la quitas de encima.
De todas formas, espero que un día no muy lejano, el hecho de someterse a un tratamiento de fecundación in vitro deje de ser un tema tabú y normalicemos que los problemas de fertilidad son tan comunes como muchos otros.
5. Practica técnicas de relajación
Vivir el proceso de un tratamiento de fecundación asistida desde un estado consciente y relajado es fundamental para obtener buenos resultados.
En este sentido, el yoga es una herramienta de bienestar que nos permite crear una mayor consciencia sobre nuestro cuerpo al tiempo que podemos estimular nuestro sistema reproductor, flexibilizar y crear consciencia en toda la zona pélvica.
Por otra parte, la meditación y el mindfulness nos ayudan a trabajar la atención plena, contribuyendo a dejar de lado los pensamientos anticipatorios (“y si no me quedo”… “y si…”) y a centrarnos en el momento presente, para invitarnos a vivir plenamente el proceso, con aceptación y dejando de lado las expectativas, que, al final, sólo son películas en nuestra cabeza que nos alejan de la felicidad.
Consiguiendo equilibrar tus emociones con estas herramientas de autocuidado, accederás un bienestar integral que contribuirá a crear el ambiente óptimo para que llegue el deseado embarazo.
Gracias por leer este post.